miércoles, 30 de septiembre de 2015

La casa vecina (Cuento ficción)

Era una noche fría en la ciudad y caía una neblina muy espesa. Era difícil visualizar cualquier objeto o persona que caminara por esa zona a estas altas horas de la madrugada.
Los árboles reflejaban sombras espeluznantes . Cualquier persona pensaría en  monstruos o cosas terribles si viera ese reflejo en las paredes de las casas. No había nadie caminando por ese barrio, solamente se escuchaba el ulular de algún búho situado  en un árbol lejano y mi caminar sobre esos adoquines duros de la calle Pedro Goyena.
Estaba llegando a mi casa, cuando oí un grito desgarrador . Ese grito cortó el silencio de la noche. Nunca escuché semejante grito.
Miré para todos lados y no pude ver nada porque la neblina ya había avanzado sobre la ciudad. Quise agudizar mis oídos para saber de donde provenía ese grito pero retornó el silencio sepulcral.

Cuando estaba subiendo las escaleras para llegar a la puerta de mi casa, se escuchó romperse un vidrio en la casa vecina. Me estremecí y a continuación oí de nuevo ese grito. No dudé ni un minuto y  baje corriendo las escaleras de mi casa ( tuve que tener mucha precaución porque estaban mojadas por culpa de la neblina). 

Cuando llegué a la puerta de la Sra Suárez ( mi  vecina) no vacilé en derribar esa puerta, pero lo que me sorprendió fue que la puerta ya estaba abierta y con sangre en ella.
Cuando entré a la residencia de la Sra. Suárez, casi me resbalo por el charco de sangre que había en el vestíbulo. Cuando estaba avanzando hacia la habitación, mis ojos no podían creer lo que estaban viendo. Había cruces colgadas al revés, velas negras, marcas de manos ensangrentadas en la pared que parecían las manos de chicos pequeños. 

Seguí avanzando sobre la cocina, cuando de repente escucho pasos adelante mío y una voz que hablaban en un dialecto que nunca había escuchado en mi vida.
Fui sigilosamente hacia la habitación de huéspedes y vi que la puerta de esa habitación estaba entreabierta. Abrí mas aquella puerta y me quedé paralizado porque el cuadro era aterrador. Vi a la Sra. Suárez casi muerta; llevaba un camisón blanco que ahora era  casi color rojo, con un manchón que provenía de la parte del tórax.
Avancé hacia ella y puede visualizar que le faltaban las piernas pero cuando quise ayudarla  noté que a su alrededor había un charco inmenso de sangre (como si le hubiera dado un balazo con una mágnum) y emanaba sangre a borbotones y se le podía ver una parte del cerebro.
Mi reacción frente a eso fue salir corriendo de aquella habitación pero no pude porque me quedé paralizado frente a esa mujer (si se puede llamar así).
Ella murmuraba incoherencias, no se le entendía lo que decía cuando por fin pude superar ese momento,  me di media vuelta.
-No, no te vayas, ayúdame por favor- me dijo ella.
_No puedo hacer nada al respecto – le dije con una voz que me salía entrecortada.
-Por favor, ellos van a volver por mí –
-Pero.... quienes son “ellos”?- le dije acercándome un poco a ella.
-Están en el ático, por favor ayúdame, si no me sacas rápido van a volver por vos también.
Me acerqué mas aun, traté de levantarla pero cuando la quise alzar,
ella escupió sangre sobre mi cara.
-¡Por Dios!! Que dolor!! Me quema!!
Al taparme la cara con las manos  fue que la Sra. Suárez cayó al piso con un sonido seco que retumbó en toda la casa. Salí corriendo de aquella habitación (mi mente estaba en blanco, no podía pensar en nada, todavía sentía la cara ardiendo)
Cuando de repente vi una silueta que se movía rápidamente hacia el living,  yo me estremecí tanto que ya no podía controlar mis nervios, ni podía coordinar mis  movimientos.
Al llegar al living, por fin vi lo que más temía. (supuestamente lo que vi aquella noche nunca mas apareció y ni tampoco hubo evidencia para comprobar lo que realmente sucedió esa noche de invierno)
Tenía unos ojos rojos, que precian dos llamas que ardían a una temperatura descomunal.

 Cuando caminaba, sus pasos y sus manos derretían todo lo que se cruzara ante él.
Mis ojos se encontraron con los de él y vi una imagen que ningún ser humano podría tolerar.

 Veía a personas quemándose vivas en el Lago Estigia. Escuchaba sus gritos que más que gritos eran alaridos. No podía tolerar mas eso. En ese momento salí corriendo del infierno que era aquella casa.
Salí justo a tiempo cuando la casa empezó a quemarse por dentro, también se podía oír el crepitar de la madera. Cuando llegaron los bomberos y pudieron controlar el fuego  habían pasado unos 30 minutos.
-Señor, me puede relatar si vio algo o si escuchó ruidos en la casa vecina- me preguntaron.
-No, perdóneme, pero no estaba en mi casa cuando sucedió el incendio- le contesté tranquilo.
-Está bien, gracias por su ayuda.
-Me estrechó la mano y nos quedamos un par de minutos mirándonos; no me gustó la forma en que me miraba.
Al día siguiente llamaron a mi puerta; era un agente de policía que me venía a hacer preguntas.
-Buenos días- le dije
¿Me permite pasar? -me preguntó.
-Si, no hay problema- le hago un gesto con la mano para que pase.
¿Qué pasó realmente ayer a la noche? -Me preguntó ( le relato lo sucedido)
-Eso es todo- le dije sin omitir ningún detalle.
-A mi no me engaña. Ud. sabe muy bien que la Sra Suárez murió hace un año de un tiro en la cabeza y que no fue encontrado el asesino.
-Me quedé atónito por lo que me decía-
-Además- me dijo- encontramos ayer a la noche un bidón de gasolina, con sus propias huellas digitales y por lo que veo esas quemaduras que Ud. tiene en la cara fueron hechas recientemente.- 

Diciendo esto sacó las esposas para llevarme.
Hice un movimiento brusco para sacar la magnun que tenía en la cintura pero el policía dejó las esposas y sacó tan rápido la pistola que me baleó en la parte superior del brazo. Yo caí al piso y eso fue lo último que me acuerdo. Después vi todo negro.
Hace como un año que ya no cuento esta historia, pero en este lugar es donde estoy. Y aquí a nadie le interesa  escuchar nuestras historias .
-¡¡Por favor!! ¡Urgente un psiquiatra a la habitación 23!- 


Autor: Matías Fiola
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